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Casa de muñecas

  • Foto del escritor: Jesús Falcón
    Jesús Falcón
  • 24 may
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 26 may


Una adaptación de "Casa de muñecas" en la que se pierde parte de la esencia de la obra de Ibsen al intentar trasladar los hechos al siglo XXI. Algunos cambios provocan estragos. Subtítulo: "Nora, la estafadora inmobiliaria".






Modernizar el drama social noruego de finales del XIX y situarlo en el momento actual, cuando los cambios en la sociedad occidental han sido tan importantes, lleva de forma inevitable a que se pierda el sentido de la obra original.

Para intentar (pero no lograr) paliar algunas de las incongruencias que se produciría si se conservan las circunstancias originales, Eduardo Galán inserta varios cambios y, el más radical, la justificación de la deuda económica de Nora. En el original, Nora pidió dinero prestado a un compañero del banco de su marido para pagar el tratamiento médico de éste, un hecho inconcebible para la burguesía de entonces y el buen nombre de la familia. Hoy en día sería absurdo que esta situación provocara deshonra alguna y el adaptador decide que Nora haya vendido un terreno por cuarenta mil euros (por el mismo motivo) cuando en realidad no le pertenecía esa propiedad, es decir, perpetró una estafa de tomo y lomo. Por mucho que intente justificar Nora que una mujer hace cualquier cosa por salvar la vida de su marido y que va devolviendo el dinero mes a mes, cometió un delito (aunque llegara luego a un acuerdo con el estafado) y no pueden convencernos que toda la gravedad del hecho es que lo ha ocultado a su marido. La moralidad de Nora ha cambiado.

La mayor parte de los acontecimientos de la obra original permanecen aunque se suceden en esta representación de forma precipitada: la aparición brusca de la amiga de Nora, su solicitud de ayuda y la concesión de un empleo (sin experiencia) por parte del marido, parece poco justificada tal y como se desarrolla.

Puede resultar extraño un lenguaje tan actualizado, las expresiones y modos de desenvolverse estos personajes que discuten de redes sociales y juegan con móviles...

A pesar de lo dicho, si nos olvidamos del original, la obra entretiene, se sigue con cierto interés.


Nos marea un poco el desplazamiento continuo que los propios actores hacen del decorado: pequeñas piezas de la casa que son una metáfora de esa casa de muñecas pero que, en realidad, no resulta práctico para el desarrollo natural de la representación.


Las interpretaciones me parecieron adecuadas a esos personajes contemporáneos que recrean. De todas formas, Alejandro Bruni nunca me convenció que fuera el doctor (problema de casting), un jovenzano agobiado ante su propia muerte y enamorado de Nora.

El sonido de micrófono producía cierta impostación y, en ocasiones, me parecía oír una locución radiofónica (aunque estaba en la cuarta fila).



Aunque es la peor versión que recuerdo de "Casa de muñecas" confieso que me entretuvo. Pero tampoco aporta nada.




Texto: Henrik Ibsen

Adaptación: Eduardo Galán

Director: Lautaro Perotti

Intérpretes: María León, Santi Marín, Patxi Freytez, Pepa Gracia y Alejandro Bruni

Escenografía y vestuario: Lua Quiroga

Iluminación: Luis García

Música original y espacio sonoro: Manu Solís

Ayudante de dirección: Juan Diego Vela

Teatro: Fernán Gómez Del 16 de mayo al 22 de junio de 2025

Duración: 80 minutos






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