El gran mercado del mundo
Esta versión y dirección de Xavier Alberti del auto sacramental de Calderón de la Barca me recuerda a lo que se hace en la ópera. Conserva parte del texto y de la declamación en verso pero se convierte en una comedia con números musicales, vestuario y escenografía "innovadoras".
El argumento de este auto sacramental gira en torno a la competencia y los méritos de dos hermanos: el Buen Genio y el Mal Genio. El Padre de Familia decide conceder la sucesión de sus tierras, así como una novia heredera, al hijo que lo merezca; les dotará de un dinero y los someterá a la prueba de ir solos por el mundo, acompañados del criado que elijan. El gran mercado del mundo les ofrecerá todo tipo de tentaciones, en las que caerá uno de ellos, mientras el otro las sorteará. Así, pasarán por escena las alegorías de la gula, la lascivia...
Hay textos que envejecen mal, aunque procedan de un genio como Calderón. No me refiero al léxico, los versos siguen funcionando, sino al concepto, al argumento, desarrollo y conclusión. Son obras que se pueden representar como una parte de la historia pero ya no apelan a nuestra forma de ver el mundo, aunque tengan cualidades que puedan seguir interesando.
Intentar reconvertir un auto sacramental en algo atractivo a través de drásticos cambios resulta una empresa absurda, sobre todo cuando se decide utilizar un tono opuesto al original y se intenta amenizar la función convirtiendo la obra en una performance cabaretera. El sentido moralizante y grave se transforma en una comedia grotesca. Algunos momentos aislados, sin tener en cuenta el conjunto, llegan a funcionar. Lo mismo ocurre con alguna canción o número musical, insisto, por sí mismos.
La dirección de Xavier Albertí, también responsable de la adaptación, es bastante ineficaz (su poca competencia ya quedó de manifiesto en la obra Islandia). La primera escena nos hace temer lo peor: todos los actores permanecen inmóviles, mirando al público, mientras el Padre habla a sus hijos y a todos los presentes. Esta forma "operística" de dirigir a los actores se repetirá y aquí no existe la excusa de problemas de acústica porque todos llevan pinganillo. El monólogo de Silvia Marsó, como La Culpa, está planteado con tintes de leve sobreactuación para provocar la risa al final de sus frases. Me parece una opción que defiende estupendamente la actriz (se nota su experiencia en las tablas). En contraste, el discurso de Jorge Merino, como Padre, resulta pobre por las limitaciones en dirección e interpretación. En general, los actores no son la mejor de las posibilidades y pecan de inexpresividad o fácil exageración. El papel de La Lascivia está muy bien llevado por Roberto G. Alonso pero al insistir, por la dirección, en sus dotes atractivas, enseñando culo y piernas, acaba por aburrir y malograr el hallazgo inicial.
La escenografía me ha parecido desacertada. Gran parte de la obra transcurre en el estrecho espacio del proscenio, delante del telón; allí se ha colocado una silla, un piano y un ventilador que se entra y saca sin mucho sentido. Subido el telón, aparece una atracción de feria sobre el que se mueven los actores, actuando o cantando según la ocasión; al final se saca una mesa larga para la reunión final. En fin.
Gracias al verso, algún hallazgo ya mencionado y, sobre todo, olvidando el resultado general de la función, podemos disfrutar de forma fugaz de este auténtico desatino. No recomendable.
Texto: Calderón de la Barca
Versión y dirección: Xavier Albertí
Intérpretes: Jorge Merino (Padre / Mundo), Silvia Marsó (Culpa), Cristina Arias (Soberbia), Alejandro Bordanove (Buen Genio), Antoni Comas (Inocencia), Elvira Cuadrupani (Penitencia / Humildad), Jordi Domènech (Herejía), Rubèn de Eguía (Fe), Roberto G. Alonso (Lascivia), Oriol Genís (Gula), Lara Grube (Fama), Mont Plas (Malicia), Aina Sánchez (Gracia), David Soto Giganto (Mal Genio)
Ayudante de dirección: Roger Vila
Escenografía: Max Glaenzel
Coreografía: Roberto G. Alonso
Iluminación: Ignasi Camprodon
Vestuario: Marian García Milla
Producción: CNTC y Teatro Nacional de Catalunya
Teatro: Teatro de la Comedia
18 de septiembre a 27 de octubre de 2019
Duración: 75 minutos