Vientos de levante
Vientos de levante es una obra construida desde el humor y la sencillez de los diálogos para llegar al corazón del espectador sin melodramas, para contar una historia de un paciente con ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), pero también una historia de amistad, relaciones familiares y amor. Todo liviano pero muy efectivo.
En una pequeña población de la playa gaditana trabaja Pepa como psicóloga, atendiendo a pacientes psiquiátricos. Conocerá a Sebas, un hombre de mediana edad que padece ELA en una fase todavía no muy avanzada. Sebas se ha refugiado en el pueblo para aislarse de la gente que conoce y de su familia. Pepa recibe la visita de una amiga, Sebas recibirá la de su hermana y madre sin quererlo. La playa será el punto de encuentro de los distintos personajes, en días soleados, atardeceres o bajo el viento de levante que todo lo altera.
Carolina África es una dramaturga madrileña (1980) que ha cosechado recientemente un gran éxito con Verano en diciembre (2014), aunque ya tenía una larga carrera como escritora, actriz y directora. Vientos de levante comparte con esa obra el sentido del humor, los problemas de la mente (allí una abuela con Alzheimer) y una forma de escribir diálogos que nos convierten en un testigo de conversaciones habituales, directas, como entresacadas de personas cercanas. Esa aparente sencillez no es nada fácil de conseguir, exige depuración, conocer el medio en el que se trabaja (no literatura escrita), saber captar la esencia. Tiene también la dificultad de conferir profundidad al texto, seleccionar qué momentos se escogen para conseguir que los personajes y sus situaciones nos interesen, que transmitan algo más que lo vulgar. Aquí es donde Carolina África no siempre lo consigue. Un ejemplo es la historia de amor contada en media docena de escenas cortas, que se intercalan con la trama central de la obra: son fragmentos de conversaciones intrascendentes que responde al prototipo chico conoce chica, se gustan... en plan resumen argumental con frases y situaciones esquemáticas o demasiado vistas, salvo por el final absurdo de la mentira, lo único original y, precisamente, incongruente.
En cambio, la autora consigue volcar nuestro interés por el personaje que padece la enfermedad neurodegenerativa: su temperamento huraño de lobo solitario, el enfrentamiento con la familia, la energía con la que afronta su deterioro y el final de su vida. La psicóloga es el otro personaje, motor de la historia, que consigue ganar la empatía del público por su actitud vital, no solo por cómo trata a los pacientes sino con esa amiga que la visita en esas vacaciones al lado del mar que, para ella, es su lugar de trabajo. Otro hallazgo de la obra es el tono humorístico de las situaciones cotidianas y, sobre todo, de las conversaciones. El inicio de la obra con los pasajeros en el tren está muy bien llevado, por ejemplo.
Las obras de Carolina África, cuando se leen, nos parecen desnudas y es fundamental una buena dirección que sepa dar el contenido que exigen sobre el escenario. La autora dirige esta función magistralmente, tiene muy claro cómo llevar su obra: los detalles que la enriquecen, la interacción entre los personajes, el ritmo. Intercala perfectamente las breves escenas, con el apoyo de una buena iluminación, en cada parte del escenario utilizando la escasa utilería a su disposición (mesas, sillas y cajones, además de la pantalla del fondo). El tono humorístico está llevado con buen pulso, su forma de representar el viento en la playa es un gran recurso que provoca la carcajada. Hay una gran uniformidad en toda la obra a pesar de estar estructurada en breves escenas.
La rica interpretación de Jorge Kent es una parte fundamental para que la función brille; aunque su papel de enfermo mental está muy bien desarrollado, destaca en el personaje con ELA, mucho más humano y sutil en sus limitaciones físicas. Laura Cortón (en la función que disfruté) y el resto de los intérpretes consiguen la verosimilitud que precisan sus diferentes personajes.
Vientos del levante es una obra que gana el corazón de los espectadores con una sonrisa al final de la función.
Texto y dirección: Carolina África
Intérpretes: Carolina África / Laura Cortón, Jorge Kent, Pilar Manso, Jorge Mayor, Paola Ceballos
Ayudante de dirección: Laura Cortón
Escenografía: Almudena Mestre
Iluminación: Tomás Ezquerra
Vestuario: Carmen Mestre
Sonido: Nacho Bilbao
Producción: Belloch Teatro
Teatro: Sala Cuarta Pared. Reposición: 11 al 27 de abril de 2019
Duración: 80 minutos