Yerma
Asistimos a una representación de "Yerma" sólida y equilibrada que refleja correctamente el mundo lorquiano pero a la que le falta más vitalidad, nervio. No apasiona, se contempla.
Yerma es una mujer joven que sufre por no tener hijos, encerrada en su casa porque su marido no la deja salir (por celos y por miedo a perder la honra o que lo parezca). Un matrimonio que con el paso de los años será cada vez mas infeliz. Él huye de esa mujer ansiosa, obsesionada por quedarse embarazada, trabaja todo el día, duerme fuera; ella se aburre, se siente enterrada en vida, conviviendo con un marido que la rechaza. En ese ambiente rural, de gente chismosa, ella se asfixia, languidece.
Federico García Lorca escribió una obra dura en la que exponía el papel de la mujer en aquella sociedad: esclava del hogar y destinada a la crianza bajo la autoridad del marido. La sospecha del pecado en la mujer y la posible pérdida del honor convierten la vida de la esposa en una prisión. Este crudo realismo social frente a la comedia barroca que utilizaba este tema de forma recurrente pero sin ahondar en la psicología femenina y el padecimiento real de la mujer.
"Yerma" es un drama lorquiano que no alcanza el nivel de otros y, desde mi punto de vista, queda la sensación de poder haber volado más lejos: el drama mantiene las premisas iniciales sin evolucionar mucho más allá, aunque la situación se vaya agravando hay un cierto estatismo.
Esta representación se ajusta a lo que Lorca quiso apelarnos, a los personajes que retrató, su angustia y la injusticia social frente a la mujer. Contemplamos el drama sin gran entusiasmo, como un mecanismo de orfebrería de buena calidad pero echando de menos algo más de vida. La correcta dirección de Juan Carlos Martel no ha conseguido encontrar ese punto que convierte la función en memorable, ese ingenio que mueve a actores y público en un espacio que se comparte, que llega (hiere, remueve, estimula, sorprende) al que asiste a una función.
María Hervás, con voz ronca y rasgada, hace una interpretación realista y contemporánea que contrasta con el resto del elenco de dicción más clásica y palabras dichas con otra hondura. Conforme avanza la obra esta distensión interpretativa va desapareciendo. Isabel Rocatti en su papel de "Vieja" me ha parecido maravillosa.
La sencilla y bella escenografía se vuelve, en algunos momentos, enemiga de la visibilidad: los cortinajes traslúcidos (con pinturas que simulan acuarelas) se van desplazando en una plataforma circular y, en varias ocasiones, impiden contemplar toda la escena. En el centro de la plataforma se sitúa el hogar de Yerma con una suave pendiente de arena o lava negra y ofrece una interpretación simbólica acertada.
La belleza de la representación se completa con ese niño marioneta que se expone y lleva mientras el pueblo y los campesinos o ganaderos pasean cantando por las afueras del hogar de Yerma (no obstante, hubo un exceso de canciones folclóricas).
La iluminación y el movimiento escénico crean escenas de gran belleza, transforman la atmósfera de unas a otras consiguiendo envolvernos en el drama representado. El vestuario es otro gran acierto.
Esta versión de "Yerma" despierta más expectativas de las que encontramos pero sigue siendo recomendable, se disfruta.
Texto: Federico García Lorca
Dirección: Juan Carlos Martel Bayod
Intérpretes: Joan Amargós (Juan), María Hervás (Yerma), David Menéndez (Víctor, Macho), Bàrbara Mestanza (Hembra), Marta Ossó (María), Isabel Rocatti (Vieja) y Yolanda Sey (Muchacha) Escenografía: Frederic Amat
Música original: Raül Refree
Iluminación: Maria Domènech
Vestuario: Frederic Amat y Rosa Esteva
Sonido: Roc Mateu y Raül Refree
Asesora de movimiento: Lali Ayguadé
Ayudante de dirección: Júlia Valdivielso
Producción: Teatre Lliure
Teatro: María Guerrero Del 13 al 22 de enero de 2023
Duración: 90 minutos
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