Ni siquiera los perros (2010) de Jon McGregor
El británico Jon McGregor nos arrastra por el submundo de los drogadictos y alcohólicos, okupas o sin techo, en una ciudad del norte de Inglaterra. Novela realista en la descripción de esos seres a la deriva pero contada de forma peculiar, con varios narradores y puntos de vista. El autor consigue algunas páginas muy sugerentes (la voz grupal fantasmagórica) pero resulta forzado y repetitivo al inicio (luego se libera de sus propias pretensiones). Una mezcla de estilos intencionada que no llega a convivir adecuadamente.
Entra la policía a un piso destartalado en el que descubren el cuerpo de un hombre en el suelo, Robert, que ha fallecido hace varios días. Danny ha entrado poco antes, como otros jóvenes, por la ventana del piso desde el tejado de un garaje adosado. Danny no se atrevió a denunciar su muerte y ahora su única obsesión será encontrar a Laura, la hija de Robert, otra drogadicta como él. Con Danny iremos conociendo el ambiente de drogadictos por el que se movía.
Robert fue a la deriva cuando su mujer y su niña lo abandonaron; con el tiempo, su piso se convirtió en un lugar de acogida de un grupo de jóvenes que él toleraba a cambio de que lo dejaran tranquilo y le trajeran comida y bebida, lugar de juergas y refugio de desahuciados...
En esta novela hay varios narradores y estilos entremezclados. Empezamos con un narrador colectivo que sigue a los policías en su inspección al piso, sigue la furgoneta que transporta el cadáver, observa las calles a su paso, está presente en la autopsia... En esta ocasión el escritor utiliza la expresión o muletilla "vemos" de forma insistente, con frases breves que describe los detalles externos. Ese "vemos" repetitivo llega a sobrecargar la lectura.
Sin transiciones se intercala otra voz, en tercera persona, que sigue las andanzas de Danny. Aquí utiliza un lenguaje más directo, sucio, para acercarnos al pensamiento y forma de expresarse de éste y otros personajes de la calle.
En algún momento de la novela, los párrafos quedan inconclusos para remarcar las ideas que se interrumpen o la innecesaria continuación de las mismas...
El texto resulta muy irregular y, en mi caso, ha habido momentos en los que me costaba volver a él, a pesar del interés que me despertaba la historia y, sobre todo, por la veracidad que destilan las páginas que nos introducen en ese paisaje inhóspito urbano en el que subsisten jóvenes en busca de la siguiente dosis, en unas condiciones que los convierten en deshechos (colchones mugrientos en las calles, pisos de okupas como estercoleros...). Todo ello asociado a una lucha por la supervivencia, evitar el robo de lo poco que tienen pero que los mantiene vivos, evitar morir congelado o por el vómito tras la inconsciencia provocada por el alcohol y la droga. Esto es lo mejor de este libro.
Editorial: Salamandra
Páginas: 220
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