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Los yugoslavos

  • Foto del escritor: Jesús Falcón
    Jesús Falcón
  • 22 may
  • 2 Min. de lectura


Interesante obra de Juan Mayorga que exige, como ocurre en gran parte de su dramaturgia, una implicación del espectador para desentrañar qué se esconde tras las palabras dichas.






Un camarero ha escuchado una conversación en la que un desconocido cliente levanta el ánimo de otro. En lugar de permanecer al margen como siempre, cuando el cliente se queda solo, le hace una curiosa petición: hablar con su mujer, utilizar ese poder de persuasión para sacarla de su mutismo, de su depresión. El cliente huye como puede del bar pero luego vuelve y se presta a conocer a su mujer.


Antes de hablar de la obra, os confieso que no todo lo que he visto lo he comprendido y, a pesar de ello, he disfrutado de sus diálogos, de la interpretación y la puesta en escena. Mayorga es un autor complejo, en la mayoría de sus obras hay una doble lectura, se aleja del realismo y se mueve por la metáfora, el simbolismo. Como él mismo nos comenta, en "Los yugoslavos" encontramos algunos de sus referentes habituales: el poder de la palabra, y del silencio, los mapas que necesitamos para situarnos en el mundo, el amor y la ausencia. En esta obra hay soledad y tristeza, necesidad de compañía y ayuda de otro ser humano.


La obra empieza muy bien con esa conversación natural que desemboca en una situación extraña (esa solicitud inesperada del camarero) todo en un tono humorístico perfectamente hilvanado. Se produce un brusco cambio de tono, el humor desaparece y la obra adquiere una deriva seria, con diálogos espesos que desconcierta al espectador hasta que acepta este nuevo discurrir (no es la comedia que parecía plantearse al principio). En mi caso, me desconecté un poco hasta que volví a implicarme en lo representado, buscar los significados ocultos, la importancia de los mapas en manos de la mujer, de la joven con la que lo intercambia, el sentido de la conversación entre los hombres...

A mitad de obra se produce otro cambio, Mayorga introduce una voz en off descriptiva que provoca una ruptura con la línea dramatúrgica que hasta ahora llevaba. Aunque este nuevo recurso, a veces, confiere belleza a la representación, resulta innecesario y se siente como algo injertado.


El peso de la función radica en Javier Cámara y Luis Bermejo, magníficos en sus papeles. El monólogo que hacia el final dirige al público Natalia Hernández le permite lucirse. Pienso que estos mismos diálogos serían difíciles de digerir sin estos buenos actores: el peso omnipresente de la palabra es aplastante.


En mi caso, no terminé de ver hacia dónde nos quería llevar Mayorga. Disfruté a medias.





Texto y dirección: Juan Mayorga

Intérpretes: Luis Bermejo, Javier Gutiérrez, Natalia Hernández y Alba Planas

Ayudante de dirección: Ana Barceló

Escenografía y vestuario: Elisa Sanz (AAPEE)

Iluminación: Juan Gómez-Cornejo (AAIV)

Música y Espacio Sonoro: Jaume Manresa

Movimiento escénico: Marta Gómez Rodríguez

Producción: Teatro de La Abadía

Teatro: La Abadía Del 22 de mayo al 29 de junio de 2025

Duración: 90 minutos

 




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