Los cuernos de don Friolera
- Jesús Falcón
- 5 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 mar

"Los cuernos de don Friolera" es uno de los mejores esperpentos de Valle-Inclán y llevarlo a escena resulta muy complejo. Ainhoa Amestoy afronta el reto y el resultado es sobresaliente, acierta en sus personales elecciones y la representación se disfruta enormemente. Después de salir del teatro vas encajando más piezas del montaje cuando antes sólo producían sensaciones encontradas.

El argumento parte de una situación retratada muchas veces en novelas y obras de teatro, el tratamiento de Valle-Inclán es lo que convierte la obra en algo original y desconcertante.
Don Friolera es un teniente que recibe un anónimo en el que se pone en duda la honradez de su mujer y, a partir de entonces, estallan los celos, el miedo a que se cuestione su honra, los pensamientos más negros...
Ainhoa Amestoy aborda el esperpento de Valle-Inclán con un toque guiñolesco que consigue, en un equilibrio perfecto, llevarnos al auténtico espíritu de la obra. Es una apuesta arriesgada porque cualquier exceso acabaría derribando la función y aquí todo funciona a la perfección, actores, escenas, coreografía, dramaturgia, aunque haya momentos en los que el espectador pueda plantearse el tono de alguna escena (como en mi caso).
La parodia en la que se desenvuelve la representación expone, con un realismo trágico, una crítica social del machismo dominante, el miedo al que dirán y la duda de la honra, los celos, la mentalidad ancestral de criticar al ajeno...
Un esperpento que nos lleva por esta crónica distorsionada de unos sujetos que, a su vez, tienen una visión distorsionada de los valores. Una representación que utiliza muy diferentes elementos, un narrador que introduce la obra y la finaliza en el epílogo, títeres, recursos propios de la picaresca, diálogos intelectuales que contextualizan culturalmente, realismo y cinismo, lenguaje burlesco, canciones callejeras, situaciones que resultan estrafalarias... Una mezcolanza que a veces parece extraña pero que encaja, como decía al principio.
Todo el equipo interpretativo está desbordante, empezando por Roberto Enríquez, Nacho Fresneda y Lidia Otón. Polivalentes, con una caracterización muy bien desarrollada, capaces de encandilar en cualquiera de sus múltiples papeles.
La básica escenografía, una corrala conformada por una estructura metálica, de una absoluta desnudez, resulta muy eficaz para todo lo representado y la movilidad en las diferentes escenas. La iluminación ambiental oscura conjura la atmósfera de la representación.
Una obra que debería estar más tiempo en los escenarios.
Texto: Ramón María del Valle-Inclán
Dirección y adaptación: Ainhoa Amestoy
Intérpretes: Roberto Enríquez, Nacho Fresneda, Lidia Otón, Ester Bellver, Pablo Rivero Madriñán, Miguel Cubero, José Bustos, Iballa Rodríguez.
Escenografía: Tomás Muñoz
Vestuario: Rosa García Andújar
Iluminación: Ion Aníbal López
Música original y espacio sonoro: David Velasco Bartolomé
Diseño y realización de marionetas: Gerardo & Tony
Ayudante de dirección: Alejandro Cavadas
Producción de la Comunidad de Madrid para Teatros del Canal
Teatro: Teatros del Canal Del 4 al 23 de marzo de 2025
Duración: 130 minutos
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