Eclipse total
En "Eclipse total" se aborda la muerte como destino de la existencia del ser humano, una realidad que eludimos pero que forma parte de la vida. Sin dramatismos, con el humor y la referencia personal y familiar de los dos componentes de la compañía Pont Flotant, en un tono cercano, simpático y sencillo vamos aceptando el destino y celebrando lo vivido.
La obra se compone de tres partes fundamentales. Se inicia con los dos actores desenrollando un panel en el que vemos el tiempo de vida de sus abuelos y padres, sus propias proyecciones y las de sus hijos y su dimensión en relación con la historia de la humanidad, de la Tierra, del universo... El diálogo entre Àlex Cantó y Jesús Muñoz resulta simpático, fluido, espontáneo, con toques humorísticos que despiertan la sonrisa del espectador.
Si el resto de la obra hubiera conseguido continuar con otras ideas y el mismo toque inicial, la habría disfrutado muchísimo. La realidad fue que toda esta encantadora introducción se sigue del curioso entierro de uno de los actores que se escenifica con las ropas (el compendio del vestuario de toda una vida) con las que el otro lo cubre mientras contesta a preguntas vitales que vemos proyectadas, tipo ¿Cuál fue tu primer amor, el recuerdo más triste...? El inconveniente es que las preguntas se suceden como un rápido cuestionario y el actor con micro bajo la ropa (no siempre se le entiende) va respondiendo a alguna de ellas, a veces con gracia, otras indiferentes a este espectador.
La tercera parte (ocupa más de la mitad de la obra) se desarrolla en torno a una mesa campestre donde se reunían abuelos, padres, tíos y niños (doce sillas) y los dos actores van interpretando de forma acelerada todos los papeles (uno se pierde) en un diálogo que corresponde a esas conversaciones banales de una reunión familiar cualquiera. Se alarga y se alarga, se escuchan los actores en una grabadora lo que acaban de decir... y me desespero y desespero porque nada me interesa y no acaba, no acaba.
La representación se cierra con otra escena: la mesa vacía con los globos, el vacío de los que ya no están presentes, con la mesa girando (como el mundo) y un foco que simboliza el sol que desciende y un globo que provoca el eclipse... perfecto.
He disfrutado de tres bellas ideas que no se han complementado con una estructura dramatúrgica (no se pretendía, por otra parte), que no ha profundizado en casi ningún aspecto (rápidas cuestiones) y que ha decidido primar lo personal y la simpatía que pudiera despertar frente a otros objetivos.
Es la primera obra que veo de la compañía Pont Flotant y me ha producido cierta decepción, desconozco si han alcanzado más altas cotas. Hay, no cabe duda, inteligencia y sensibilidad pero ausencia de contenido (y con semejante tema). Simple y repetitivo en exceso, sin medida del tempo.
Dramaturgia y dirección: Pont Flotant (Àlex Cantó, Joan Collado, Jesús Muñoz y Pau Pons)
Intérpretes: Àlex Cantó, Jesús Muñoz
Diseño de iluminación: Marc Gonzalo
Diseño sonoro: Adolfo García
Espacio escénico y vestuario: Pont Flotant
Duración: 80 minutos
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