Mauthausen. La voz de mi abuelo
Una mirada al horror nazi desde el recuerdo del testimonio, una obra emotiva, honesta, llena de vitalidad y humor. La historia real de un español superviviente del campo de concentración de Mauthausen en un monólogo interpretado por su nieta Inma González. Una dirección imaginativa que evita el excesivo dramatismo sin disminuir la importancia de lo que ocurrió.
Manuel tenía 19 años cuando llegó al campo de concentración y ya contaba con una azarosa experiencia (como tantos jóvenes y hombres de esa época). En la Guerra Civil Española huyó del ejército rebelde, cruzó a nado el estrecho hasta Gibraltar, para unirse al ejército republicano; al pasar a Francia se enroló en el ejército francés, acabó recluido en un campo de refugiados del que escapó hasta ser apresado por los nazis. Todo este recorrido vital no impide que el protagonista vea todo con ojos nuevos, ingenuos. Su descripción es directa, documental, la emoción persiste en los silencios y las ausencias sin recargar el dramatismo en el personaje. Manuel intercala anécdotas graciosas y cotidianas del campo con escenas en las que nos enfrenta a la explotación inhumana y el exterminio: el duro trabajo en la cantera, las formaciones eternas en el patio con un frío difícil de resistir, la comida llena de gusanos, los fusilamientos, las muertes por simple agotamiento, el absurdo del trabajo inútil que dignifica...
Inma González hace una buena interpretación, sin impostar la voz, con su acento andaluz, natural. La actriz nos mete en la piel de un joven lleno de energía, sencillo, hablador y observador. Su gran expresividad facial y sus enérgicos movimientos recorriendo la escena consiguen que la función respire una vitalidad que los momentos más dramáticos no detienen, una actitud optimista a pesar de lo que ocurre. Esa actitud que, muchas veces, tienen los niños o jóvenes inexpertos frente a la calamidad que sorprende y contagia a los adultos.
Pilar G. Almansa dirige magníficamente este texto que podía haber quedado en un monólogo narrativo y lo convierte en algo dinámico. Los cambios de tono, humor, drama o testimonio, los combina sin disonancias y permite que el relato respire. La ruptura de la cuarta pared cuando, con cierta frecuencia, se dirige de forma directa al público resulta espontánea. Los escasos recursos escenográficos se utilizan con imaginación: una escalera, por ejemplo, será carretilla, litera, escala, camino; los zapatos viejos que se calza están unidos a otros 3 o 4 pares de zapatos (los de los compañeros de fatigas).
El texto escrito por la dramaturga Pilar G. Almansa, a partir de los recuerdos grabados por el propio Manuel Díaz, ha seleccionado diferentes momentos de la vida del protagonista y los ha entremezclado con sabiduría para mantener ese espíritu testimonial, terrible, humano y lleno de humor.
La descripción de su llegada al campo de concentración nos transporta a la mirada inicial del protagonista, una noche de sábado, nos dice, que le impide ver y no cuenta. El domingo, curiosamente, allí también era festivo y solo pudo ver gente delgada, poco abrigada para el frío, sentir los piojos por la noche... hasta el lunes no fue consciente de la realidad del lugar. Poco después interrumpe el relato directo y nos cuenta una anécdota humorística que constituye el único desacierto de la función por ser un poco exagerado y disonante con la realidad anterior: limpia las botas de un mando alemán diciéndole que le huelen mal los pies, lo interpela repetidamente con acento andaluz de chascarrillo.
Por otra parte, la referencia a la Guerra Civil, ya muy avanzado el relato del campo de concentración, produce cierto desconcierto, sobre todo porque no aporta nada al tema fundamental de la obra.
Son detalles que, junto a la necesidad de un mayor desarrollo del relato, impiden que Mauthausen resulte la obra excepcional que podría haber sido.
Texto y dirección: Pilar G. Almansa
Intérprete: Inma González
Escenografía: Pilar G. Almansa e Inma González
Iluminación: Jesús Antón
Sonido y música original: Luis Miguel Lucas
Producción: Trajín Teatro
Teatro: Nave 73 4 de noviembre a 30 de diciembre de 2018
Duración: 70 minutos