Una vida americana
Una vida americana es un drama con toques de comedia sobre una familia muy atípica y desestructurada. El encuentro con el padre, la espera, servirá de marco para unos diálogos que, con el transcurso de la obra, no me aportan mucho más tras la exposición inicial del conflicto familiar.
Una madre lesbiana y sus dos hijas, Linda y Robin, viajan a Estados Unidos para reencontrarse con el padre norteamericano que las abandonó hace muchos años. Han salido de Madrid y se alojan en un camping de Minnesota a la espera del encuentro. La personalidad opuesta de las hermanas, la independencia y reafirmación de la madre, el novio formal de Linda (que se mantiene al margen para permitir esa 'emotiva' reunión), los recuerdos ingenuos de Linda y su desmesurada ilusión por la cita paternal... son los elementos que componen este drama desde el inicio sin terminar de desarrollar.
El conflicto de caracteres estalla enseguida y se sigue manteniendo en los mismos parámetros. Los diálogos no exponen nada nuevo, las conversaciones se vuelven rutinarias a pesar de la originalidad de los personajes.
Lucía Carballal domina los diálogos, las pausas entre conflictos, el espacio de cada personaje, pero nos falta un desarrollo del cuerpo argumental o una profundización psicológica que mantenga el interés por la obra. Con unos elementos tan atípicos de partida, el resultado es muy anodino. Su mayor mérito ha sido conseguir la verosimilitud.
La dirección es adecuada al texto y consigue evitar cierto estatismo moviendo a los actores por ese maravilloso escenario concebido por Alessio Meloni. Tiene ahora Meloni tres escenografías en la cartelera madrileña (Juguetes rotos y Escenas de caza). Aquí resulta deslumbrante siendo conceptualmente menos complicada que las otras. Un bosquecillo / jardín con una caravana sobreelevada, junto a una iluminación sugerente, consiguen que la reunión familiar tenga lugar en un espacio visual especial y, al mismo tiempo, convencional.
Cristina Marcos destaca poderosamente sobre todos los demás intérpretes, debería pisar con más frecuencia los escenarios. Esther Isla encara el personaje más lánguido de todos. Vicky Luengo juega con la ventaja de un/a Robin rebelde, desafiante, extrema, que sabe aprovechar para ofrecernos una buena interpretación. César Camino tiene difícil despegarse del recuerdo de sus papeles humorísticos y encara su papel de forma demasiado comedida.
En definitiva, una obra interesante y que entretiene.
Texto: Lucía Carballal
Dirección: Víctor Sánchez Rodríguez
Intérpretes: César Camino, Esther Isla, Vicky Luengo, Cristina Marcos
Ayudante de dirección: Antonio Escámez
Escenografía: Alessio Meloni
Vestuario: Guadalupe Valero
Iluminación: Luis Perdiguero
Producción: LAZONA
Teatro: Galileo Teatro
25 de enero al 4 de marzo de 2018
Duración: 90 minutos