Mordrake, canción de cuna
- Jesús Falcón
- 4 feb 2017
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 10 feb 2023

Mordrake es una obra claustrofóbica y gótica, con una historia dura, a veces rocambolesca, que entretiene mucho y mantiene el interés, a pesar de contar con un texto irregular. La eficaz dirección e interpretación elevan el tono de la obra.

Edward Mordrake fue considerado una persona real gracias a un artĆculo publicado en 1895, en el Boston Post, en el que se decĆa que presentaba una extraordinaria anomalĆa: tenĆa dos caras y la posterior sólo podĆa reĆr y llorar. ProcedĆa de una familia aristocrĆ”tica, vivĆa sin contacto con el mundo y a la edad de 23 aƱos se suicidó.
La obra tiene un inicio truculento. Mordrake se encierra en su cuarto y no da seƱales de vida. Su madre, la condesa de Darlington, desesperada, intenta comunicarse con Ʃl y, al mismo tiempo, conseguir mantener la casa tras la muerte de su marido. El mayordomo y hombre de confianza contrata a una joven para que cuide de la casa. La chica, que es una prostituta, perturba el aislamiento de Mordrake.
Destaco la interpretación que los cuatro actores han realizado al servicio de una historia que, con algĆŗn fallo argumental, en otras manos no resistirĆa. La dirección ha sido muy importante para potenciar los mejores momentos del argumento y conseguir plasmar los personajes en todos sus matices; incluida la ironĆa.
Otro gran hallazgo ha sido el efecto de transparencia conseguido con la iluminación para poder ver la habitación de Mordrake cuando éste permanece encerrado y permitir observar la acción de personajes a ambos lados cuando es necesario.
El texto es algo flojo aunque tenga algunos hallazgos y el argumento entretiene. El interés se mantiene por el buen hacer de intérpretes y dirección.
Texto: Ana de Nevado
Dirección: Ana Cavilla
Actores: Charo Gabella, Elena Rey, Guillermo Llansó y Karlos Aurrekoetxea
EscenografĆa e iluminación: Elena Alexandre
Vestuario: Agujainquieta
MĆŗsica original: Aitor Almuedo
Teatro: Sala Nada





