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Whitehorse, Canadá



Romper con tu vida y empezar de nuevo, desde otro lugar, es un impulso que nace cuando tu vida no cumple con tus expectativas, pero no es nada fácil hacerlo. Con esta idea, Juan Jiménez Estepa teje una tierna e íntima historia con sencillez, que huye del drama, no de la melancolía ni del humor.





Alonso ha llegado a la cuarentena y quiere huir de su vida, ir a otro sitio, a Canadá, perder de forma radical el contacto con todo el mundo que conoce. Empieza por despedirse, a mitad de curso, como profesor de un colegio (la conversación con la directora no tiene desperdicio). Se despedirá de su hermana, de su amiga... Ha conocido a un chico hace dos meses, al que le va contando sus pasos, y con el que también va a romper. Intuyes que la despedida no va a ser fácil cuando la vas anunciando y simplemente no desapareces.

Se imagina, sueña con su madre, una mujer cercana o estrambótica según el momento, será su propia conciencia.


En la obra hay humor, el antídoto a la tristeza aunque la tiña a veces de melancolía, sueños que fantasean con la madre que apenas conoció, reflexiones y también silencios que ocultan verdades que prefieres evitar para no herir... Al final puedes llegar a echar más de menos a un sobrino que a una hermana.


Juan Jiménez Estepa deja que sus personajes titubeen, se equivoquen o contradigan, los humaniza: nos llegan, nos emocionan. Y esas emociones requieren silencios y los hay precisos, la mayoría, aunque algunos resultan excesivamente largos (con momentos musicales) y se produce un cierto desequilibrio entre los silencios y los diálogos, que no son ni profusos ni extensos.

El "pero" de esta obra, como ocurrió de forma más acusada en "Cuando sea mayor", lo encuentro en la insuficiente entidad o desarrollo de personajes: una dramaturgia muy centrada en el conflicto psicológico de la situación creada (único motor), en las reacciones entre personajes cuyo pasado o presente apenas está esbozado. De hecho, la duración de la representación es breve.

Si los personajes estuvieran más dibujados, "crecieran", la obra sería una genialidad.


En "Whitehorse, Canadá" hay escenas de gran fuerza que alcanzan el alma del espectador, diálogos sinceros, emociones a flor de piel aunque no se manifiesten, con unos actores que transmiten esa fragilidad de los personajes, su ternura y cercanía. El contrapunto lo encara esa madre imaginaria interpretada por Eva García-Vacas, en ocasiones excesiva.



Una escenografía muy sencilla y acertada: unos troncos por los que transitan y se sientan los personajes como si no tuvieran un lugar fijo en el que hacerlo, un lugar que anticipa los bosques canadienses. Muy destacable también el trabajo de iluminación.


En la obra de Juan Jiménez Estepa, aunque no he visto toda su dramaturgia, sus personajes resultan entrañables, humanos, lidian con su propia crisis existencial o emocional, son personajes próximos a nosotros o a alguien que conocemos. Hay una mirada interior hacia la vida insatisfactoria o no tan plena como quisiéramos y las elecciones que nos planteamos para avanzar o cambiar esa situación. Nunca deja indiferente, siempre provoca empatía y reflexión. Siempre recomendable.

Con "La medida exacta del universo" me enganché.





Dramaturgia y dirección: Juan Jiménez Estepa

Intérpretes: Carlos Algaba, Elisa Berriozabal, Eva García-Vacas, Teresa Mencía y Patrick Martino.

Escenografía y vestuario: Teatro Cinco

Iluminación: Abel García Sánchez

Producción: Teatro Cinco y Eslinga Producciones

Teatro: Nave 73 Del 2 al 24 de noviembre de 2024

Duración: 70 minutos


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