Almas muertas (1842-1852) de Nikolái Gógol
SERIE NOTAS

Una de las novelas que más me han sorprendido del s.XIX por su originalidad, inesperado sentido crítico y sutil cinismo. Además es muy divertida. Una obra maestra de la literatura universal que debería figurar entre esos absurdos listados de cien lecturas imprescindibles, junto a "Crimen y castigo", "Guerra y paz", "Ana Karenina" y "La madre", por sólo mencionar obras rusas.

Esta larga novela se encuentra inconclusa porque Gógol quemó el manuscrito: al final de su vida, imbuido en un fanatismo religioso, sufría un trastorno mental y renegó del concepto de esta novela. Se conserva íntegra la primera parte, cuatro capítulos de la segunda y una parte final que permite leer todo el relato como algo concluido aunque falten muchos episodios de los avatares del protagonista Chíchikov. A pesar de todo ello se lee como un libro completo, su genialidad lo consigue.
La novela parte de una idea muy original: un bon vivant cuya vida va de trapicheo en trapicheo (sacando tajada en la administración hasta que es descubierto, en el tráfico de fronteras…), decide ir en busca de propietarios de tierras que disponen de campesinos (mujiks) que han fallecido desde el último censo y que por tanto, de cara a la ley, siguen estando vivos. El precio por esas almas muertas, por las que los propietarios siguen pagando impuestos, no es ningún problema, en algún caso se los ceden gratuitamente…lo complicado es convencer a esos burgueses que no es ilegal (técnicamente hablando, claro) y que no hay un gran beneficio oculto cuyo porcentaje pierden.
Su estrategia es aparecer bien vestido, con buenos modales, ante el círculo burgués; sabe llevar la conversación donde se requiere en cada caso y se gana la confianza de las gentes, lo invitan a comer… y siempre encuentra el momento oportuno para obtener esas almas muertas. Como es de suponer, los “buenos negocios” se tuercen. ¿Cuál es el objetivo de su protagonista Chíchivov? Parece ser que obtener un préstamo para tierras de acuerdo al número de supuestos campesinos que tiene.
Anécdota argumental aparte, lo más significativo es la descripción de esos personajes burgueses tan corruptos, vanidosos, vacuos, desconfiados e ingenuos que van apareciendo por la novela. El análisis que plasma Gógol con fino cinismo es inteligente e implacable, terrible pero divertido.
Característico de la modernidad propia del XIX es la presentación del protagonista como un antihéroe, como nos dice Gógol, ya hay demasiados virtuosos en las novelas. El escritor se dirige al supuesto lector con ironía ocurrente.
Hay muchos ejemplos de la agudeza del escritor, la novela es un continuo discurrir de hallazgos:
p. 285 dos mujeres se encuentran para criticar al protagonista por unas supuestas revelaciones: “las palabras estaban dispuestas, como milanos, a lanzarse una tras otra”. Como mujeres, no hilan una conversación de forma razonable, se lían con temas de moda y partiendo de una suposición llegan a creer que es cierto lo que están contando.
p.145 nos cuenta cómo una adolescente que todavía no sabe nada de la vida acabará estropeándose, dejando su naturalidad por los convencionalismos aprendidos: “¡Que excelente mujercita!....¡y resultará un guiñapo!”.
Gógol apasiona por su narrativa llena de ironía con un lenguaje directo y sencillo pero no exento de análisis profundo de la sociedad que describe y sus personajes, reacciones tan humanas y pervertidas.
Imprescindible.
Editorial: Josef K. editor
Páginas: 581
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